Llevar genes al corazón sin necesidad de utilizar virus, y comprobar su distribución por este órgano, así como la eficacia con la que se incorporan a las células. De esta manera, se podría contribuir a reducir la inflamación inmediata posterior a un ataque cardíaco, o favorecer la circulación sanguínea en los casos en los que esta dolencia haya producido necrosis en parte del corazón. Las primeras pruebas realizadas con genes marcadores (que no tienen componentes terapéuticos) han demostrado el alto grado de eficacia de esta técnica, que consiste en introducir el gen a presión y a contracorriente a través de una vena que recoge toda la sangre del corazón.
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